
El hombre más rico del mundo aumenta donaciones pese a su escepticismo sobre la caridad
A Carlos Slim no le toma mucho tiempo manifestar su inconformidad con la filantropía. El señor Slim, empresario mexicano que según algunas estimaciones es la persona más rica del mundo, está sentado en una oficina de Grupo Financiero Inbursa, banco que forma parte de su imperio corporativo. La sala está escasamente decorada para alguien con su riqueza neta, la cual Forbes estima en unos 69 mil millones de dólares. Su Premio “Lifetime Achievement” Malcolm S. Forbes, que se entrega a los “héroes del capitalismo empresarial”, cuelga de una pared.
Ciertamente, el señor Slim tiene todos los atributos de héroe del mundo no lucrativo. Pero esta no ha sido nunca su ambición.
Cuando este hombre de 72 años ingresó a las filas de los multimillonarios del mundo, aumentó sus donaciones también. Desde 2006 ha aportado 4 mil millones de dólares a la fundación que lleva su nombre, según un vocero suyo. Inició un instituto dedicado a la salud en América Latina, además de expandir el trabajo de la Fundación Telmex, creación de su empresa de telecomunicación Telmex, la cual ha apoyado una diversidad de proyectos de educación, salud y deportes.
Un escéptico de las actividades no lucrativas
En los últimos seis años, las organizaciones del señor Slim han empezado a comprometer cifras de ocho números con sus similares del Broad Institute y el World Wildlife Fund. Desde entonces también trabaja con la Fundación William J. Clinton y la Fundación Bill y Melinda Gates en proyectos contra la pobreza en América Latina y de mejoramiento de la salud de los más pobres de América Central y el sur de México.
Pero el señor Slim, quien dice haber dejado la dirección cotidiana de sus empresas hace unos años ─en parte para dedicarse a la fundación─ a menudo manifiesta escepticismo por la filantropía.
Esto ha contrariado a algunas personas del mundo no lucrativo, quienes afirman que las donaciones del señor Slim carecen de transparencia, suman una parte muy pequeña de su riqueza y todavía falta ver los resultados a los que este magnate de las telecomunicaciones, las ventas al menudeo y la banca dice aspirar.
Esta tarde de primavera Slim parece interesado en actuar más como provocador que como defensor de la filantropía.
“Hemos visto donaciones durante 100 años”, dice. “Hemos visto a miles de personas trabajar sin fines de lucro, y los problemas y la pobreza son mayores. No han resuelto nada”.
Enfoque práctico
El señor Slim describe su enfoque como alternativa práctica a otras formas de filantropía, enfoque centrado en resultados y “enseñando a pescar”, a diferencia de la dependencia de la manutención. Desea aliviar la pobreza en México y otros países, dice, a través de sus negocios, pero también invirtiendo en programas de salud y educación que formen “capital humano”.
Esta es la razón de que su instituto de salud apoye al recién nacido, para que los niños empiecen a desarrollarse bien, dice. Esta es la idea detrás del apoyo de Fundación Telmex a la enseñanza de habilidades computacionales a los mexicanos y del pago de intervenciones quirúrgicas de trabajadores discapacitados.
El señor Slim se abstiene de especificar planes de donaciones futuras y afirma que la aportación de su propio tiempo y de otros ejecutivos puede tener más impacto que la aportación de dinero. Los activos de su fundación deberían haber llegado a 10 mil millones de dólares entre 2007 y 2011, meta que aún no cumple.
El señor Slim también enfatiza las oportunidades de producir beneficios sociales mediante negocios, estrategia más duradera que la caridad, dice. Por ejemplo, Slim ha revitalizado un barrio del centro de la ciudad de México mediante la apertura de negocios y el financiamiento de programas sociales con los ingresos de un estacionamiento de su propiedad.
“No me gusta hablar de regalar dinero”, dice. “Ese no es nuestro propósito. Nuestro propósito es resolver problemas sociales”.
Ayuda con estrategia
Pese a su escepticismo por la caridad, el señor Slim ha creado una colección de organizaciones no lucrativas, cuyas misiones son tan diversas como las empresas que controla.
Su Fundación Telmex provee becas a estudiantes universitarios, bicicletas a alumnos rurales y cirugías a mexicanos pobres, además de apoyar equipos deportivos y dar ayuda humanitaria en desastres naturales. También financia un instituto dedicado a enseñar habilidades computacionales y a expandir el acceso a internet.
El señor Slim posee una afianzadora que paga fianzas judiciales de gente pobre acusada de delitos menores, unos 93 mil beneficiados desde fines de los años ochenta.
En su instituto de salud explora formas en que los teléfonos celulares pudieran monitorear la salud de embarazadas vulnerables. Apoya los esfuerzos para mejorar el sistema de trasplante de órganos en México. El año pasado inauguró un museo para albergar su colección de arte valuada en 100 millones de dólares.
“Tiene intereses extraordinariamente amplios ─en ciencia, ingeniería, antropología, medicina, bienestar público”─ dice Eric Lander, director del Broad Institute en Boston, el cual ha recibido el compromiso del instituto de salud del señor Slim de aportar 65 millones de dólares para explorar los factores genómicos del cáncer y la diabetes.
Líderes de organizaciones no lucrativas que han trabajado con el señor Slim dicen que su aversión a sólo arrojar dinero a los problemas lo convierte en apoyo apasionado y exigente y en energía comprometida a ayudarlos a convertir sus acciones en estrategias.
Omar Vidal, director general de World Wildlife Fund México, dice que el señor Slim lo llama regularmente por las tardes para checar el ejercicio de los 50 millones de dólares aportados por su fundación para conservar seis regiones de México. “No es alguien que te dará dinero sin saber lo que harás con él”, dice el señor Vidal.
Difícil ver resultados
No obstante, algunos líderes de organizaciones no lucrativas en México dicen que los esfuerzos del señor Slim no están aportando lo mucho que podrían. Les preocupa que su enfoque de sus propias organizaciones filantrópicas y sus maneras empresariales de encarar problemas sociales sean movidos por la mezquindad y la poca sofistificación acerca de la amplitud del trabajo no lucrativo.
Los informes anuales de su fundación enlistan la cantidad de bicicletas y de anteojos donados o las cirugías parcialmente pagadas, pero no rinden cuentas financieras o de impacto, dice Mónica Tapia, quien dirige Alternativas y Capacidades, organización no lucrativa dedicada a apoyar la filantropía local.
Ella y otros lamentan que el dinero del señor Slim parezca ir a sus propias organizaciones y que su fundación no parezca tener un proceso de aplicación claro.
El informe financiero de la Fundación Carlos Slim al gobierno mexicano en 2010 reporta activos por unos 2.7 mil millones de dólares y sólo 2.6 millones de dólares gastados en programas y 1.1 millón de dólares donados a otros grupos. En 2007, la fundación donó alrededor de 280 millones de dólares, casi todo para establecer el instituto de salud del señor Slim.
Christopher Martin, ex empleado de Fundación Ford y ahora consultor en educación en México, afirma que el señor Slim ha identificado algunas prioridades correctas en su trabajo educativo, como promover el acceso a internet y la educación infantil temprana. Sus donaciones también parecen estar llegando a mucha gente: más de 240 mil estudiantes han recibido beca de Fundación Telmex desde 1997, según la misma fundación.
Pese a lo impresionante de estas cifras, el señor Martin afirma que es difícil evaluar si el trabajo educativo del señor Slim hace una gran diferencia.
“Hay falta de claridad en sus políticas y en cómo trabajar con ellos”, dice el señor Martin. “No tiene mente abierta y no es lo suficientemente cooperativo”.
La confianza del señor Slim en la banda ancha y el teléfono celular para sus proyectos de educación y salud también suscita preocupación de que intenta expandir los negocios de su compañía de telecomunicaciones. Pero Roberto Tapia, quien dirige el instituto de salud de Slim, afirma que la tecnología combina formas promisorias de promoción del acceso a la salud con la experiencia organizativa.
“Esto no es un elemento de marketing”, dice. “La tecnología es realmente la fuerza para reducir la brecha en las desigualdades de salud”.
Diferencias culturales
Sin embargo, los críticos del señor Slim notan que México no tiene la tradición filantrópica de Estados Unidos. Las donaciones de gran escala son recientes, la caridad ha tendido a ser informal, y no fue sino hasta hace cinco años que el gobierno mexicano requirió a las organizaciones no lucrativas presentar su información financiera.
Además, la filantropía ha sido vista en México a veces como forma de evadir impuestos; Arturo Elías Ayub, yerno del señor Slim y director de Fundación Telmex, rápidamente puntualiza que las contribuciones del señor Slim a sus fundaciones privadas pagan los impuestos correspondientes.
Aun así, Michael Layton, director del proyecto de filantropía y sociedad civil del Instituto Tecnológico Autónomo de México, dice: “Me parece que [Slim] no entiende el gran potencial de la filantropía para efectuar cambios sociales específicos. Él dona dinero suficiente para tener alguna prensa positiva y ser tomado en serio por la gente, más no dona lo suficiente para hacer realmente una diferencia, como la que [Bill] Gates está haciendo.
El señor Slim no tiene paciencia con los críticos.
“¿Qué están haciendo?”, pregunta. “No necesitan dinero para hacer cosas”.
Sentado en su oficina de Inbursa, desliza un dedo sobre la lista de universidades con estudiantes becados por Fundación Telmex. “¿Qué más quieren?”.
Generosidad temprana
El señor Slim, el filántropo renuente, es uno de los seis hijos de un empresario nacido en Líbano. Estudió ingeniería y dice que como estudiante donaba el estipendio que recibía de la universidad a estudiantes con menos dinero. Pero desdeña la sugerencia de que ese gesto fue el inicio de su filantropía.
Al terminar la carrera ingresó a los negocios y, a mediados de los ochenta, empezó a adquirir empresas, entre ellas Grupo Sanborns, importante cadena de menudeo, compañía hotelera Bimex y la sucursal mexicana del fabricante de llantas Firestone, así como acciones en empresas de aluminio, cigarreras, algodón y minería.
El 1986 empezó lo que hoy es Fundación Carlos Slim, la cual funcionó en relativa calma hasta 2007. El señor Slim, viudo y de quien se dice vive modesto para alguien con sus medios, afirma que lo hizo por un sentido de “responsabilidad social”.
En 1990, cuando el gobierno mexicano empezó a privatizar empresas públicas, el señor Slim compró Telmex, la compañía telefónica. Hoy Telmex y su matriz corporativa, América Móvil (la cual fue inicialmente rama celular de Telmex) controlan alrededor del 70 por ciento del mercado celular y 80 por ciento de las líneas fijas en México.
Estas compañías han traído al señor Slim vasta riqueza pero también críticas de funcionarios públicos y otros que lo señalan como virtual monopolista que cobra altas tarifas a sus clientes y deprime el crecimiento económico de México.
El señor Slim niega vigorosamente tales críticas, aunque hace poco aceptó hacer cambios en sus prácticas empresariales para evitar una multa de casi mil millones de dólares del gobierno mexicano.
“Da de ti mismo”
Para ilustrar su idea de la filantropía, el señor Slim acude con ternura a Jalil Gibran, el escritor y poeta líbano-americano.
Esta tarde de primavera lo lee. “Cuando das de tus posesiones, das poco”, dice el señor Slim. “Das verdaderamente cuando das de ti mismo”.
Su mensaje: para la gente rica es fácil firmar cheques (ni siquiera firman los cheques, bromea; tienen empleados que lo hacen por ellos). Lo más difícil y lo más importante, dice, es poner la energía y el tiempo propios para resolver problemas sociales.
El señor Slim evita dar un estimado del tiempo que dedica a su trabajo. “Yo no checo el tiempo”, afirma. Se señala la cabeza y dice: “Está pensando”.

De escéptico a mayor donador de World Wildlife Fund
Por Caroline Preston
Ciudad de México
Cuando Julia Carabias Lillo, ex secretaria de ambiente, se acercó por primera vez a Carlos Slim Helú a fines de los noventa en solicitud de su ayuda para la protección del ambiente del país, el multimillonario empresario no pareció convencido de las estrategias propuestas por ella.
Doce años después, el señor Slim es el mayor aportador de World Wildlife Fund México, en cuya junta figura la señora Carabias. En 2009, Fundación Carlos Slim comprometió 50 millones de dólares para un ambicioso plan de conservación de seis regiones de México, tarea que, según personal de World Wildlife Fund, él mismo contribuye a precisar y realizar.
¿Qué fue lo que cambió?
“Fue atrapado por la naturaleza”, dice la señora Carabias.
Mariposa Monarca
Benefactor de causas de salud y educación por mucho tiempo a través de Fundación Telmex, el señor Slim no parecía muy interesado en la protección ambiental cuando la señora Carabias se acercó a él.
Pero después de que unas cuantas fundaciones de Estados Unidos se involucraron en la preservación de una de las joyas ambientales de México, el santuario de la mariposa monarca, bajo amenaza por la tala ilegal, Telmex aportó camiones para ayudar a la agencia ambiental del gobierno a monitorear el bosque.
Entonces Omar Vidal, quien dirige la oficina de World Wildlife Fund México, empezó a hablar con Héctor Slim Seade, sobrino del señor Slim y ejecutivo de Telmex, sobre otras formas de ayuda. Las pláticas resultaron en un compromiso de 500 mil dólares de Fundación Telmex para el trabajo no lucrativo en la reserva de la mariposa.
En 2005, el señor Vidal invitó a Héctor Slim a un paso nocturno por la reserva. Vidal recuerda el asombro del propietario del hotel cuando Héctor Slim apareció con un huésped inesperado: su tío Carlos. Relata que a la mañana siguiente, de pie entre las mariposas color naranja brillante, “tuve una visión diferente de Carlos Slim”.
Siguieron otros viajes de Carlos Slim, a veces acompañado por Carter Roberts, presidente de World Wildlife. El señor Roberts recuerda haber estado junto al señor Slim cuando una ballena gris emergió junto al bote en que navegaban en el golfo de California. Después el señor Slim sugirió adoptar la imagen de esta especie de ballena en el material promocional del fondo.
En 2009, después de largas pláticas con el gobierno mexicano y líderes ambientales locales, el World Wildlife Fund propuso un plan de siete años para convertir al país en un modelo de conservación, involucrando comunidades, organizaciones no lucrativas pequeñas y grandes y gobierno. El señor Slim acordó aportar 50 millones de dólares ─a condición de que las organizaciones no lucrativas aportaran otro tanto.
Opiniones fuertes
Con tres años en el proyecto, el señor Vidal dice haber hablado unas 35 veces con el señor Slim sobre el progreso del plan. Slim es un donador orientado a resultados que se divierte describiendo cómo la filantropía no siempre logra sus objetivos. Sentado en su soleada oficina de la ciudad de México, el señor Vidal señala un voluminoso expediente con las gráficas que intercambia con el señor Slim en sus reuniones.
Vidal dice que el señor Slim, con su mente empresarial, ha animado al World Wildlife Fund a considerar más seriamente las dimensiones económicas de su trabajo. Él empujó a la organización para que se moviera rápido a favor de la gente del entorno de la mariposa monarca a fin de abandonar la tala a favor del trabajo en viveros de árboles, ecoturismo y otras maneras de obtener ingreso para vivir. Hoy la tala ha caído a menos de una hectárea por año de 460 hectáreas en 2006, dice.
Pero el estilo práctico del señor Slim no siempre facilita trabajar con él. Reunir 50 millones de dólares como contraparte está resultando difícil: el World Wildlife Fund y los grupos ambientalistas locales con los que trabaja han reunido alrededor de 13 millones de dólares cuando mucho.
El señor Slim también tiene opiniones fuertes, y su enfoque en resultados medibles a corto plazo a veces choca con las realidades de la protección ambiental, dicen empleados de World Wildlife.
“Quiere que las cosas ocurran rápido, y la conservación no ocurre rápido”, dice el señor Vidal.
Pero el staff de World Wildlife cree que el señor Slim puede ser convencido de cambiar su visión.
Inicialmente dispuso que los 50 millones de dólares se dedicaran completos a conservación, no a ayudar a las organizaciones no lucrativas a cubrir sus costos administrativos. Pero este requisito puso a muchos de los 37 grupos ambientalistas locales en un aprieto financiero.
Después de discutirlo, el señor Slim accedió a que las organizaciones gastaran 8 por ciento del aporte en administración.
“Él entiende claramente esto”, dice la señora Carabias.

Donaciones de magnate mexicano ayudan a revitalizar el Centro Histórico de la ciudad capital
Por Caroline Preston
Ciudad de México
Adrián Pandal camina entre los peatones de una atestada calle del Centro Histórico de la Ciudad de México, deteniéndose de vez en cuando para señalar un nuevo restaurante en un palacio del siglo 18 restaurado, un templo religioso con nuevo sistema de sonido y apartamentos donde antes había edificios desiertos.
El señor Pandal dirige un grupo conservacionista financiado por Carlos Slim Helú, el multimillonario mexicano. Los esfuerzos de su grupo para revitalizar el barrio, muy abandonado después del sismo de 1985, ilustran el enfoque del señor Slim para resolver problemas sociales. Escéptico de si la filantropía puede hacer una gran diferencia, el señor Slim dice que prefiere encontrar maneras de producir resultados positivos, obteniendo ganancias al mismo tiempo.
Un intento previo de restaurar el centro de la ciudad falló, dice el señor Pandal, porque estuvo basado en abrir nuevos museos para atraer negocios y tráfico peatonal. Cuando el jefe de gobierno de la ciudad solicitó ayuda al señor Slim para revitalizar la zona, Slim decidió abrir tiendas como Sanborns, su cadena de restaurantes y menudeo. También compró edificios de apartamentos y los reconstruyó para sus empleados y artistas de la ciudad.
“Tienes que darle vida”, dice el señor Slim al describir el esfuerzo de revitalización.
Enfoque en ganancias
Su grupo conservacionista inició también programas de asesoría y salud para los residentes del barrio ─pagados con el ingreso de un estacionamiento propiedad del señor Slim, que deja 5 millones de dólares al año.
El señor Slim, que ahora trabaja en un proyecto de revitalización similar para Acapulco, dice que hay “mucho” trecho para los programas sociales simultáneamente “redituables”. Estos programas podrían incluir no sólo proyectos de infraestructura, dice, sino préstamos bancarios para los pobres.
Encontrar maneras en que los programas se sostengan por sí mismos significa también que su dinero no es gastado en costos de colecta de fondos, para los cuales el señor Slim expresa disgusto. “Es un negocio” de la profesión de colectores de fondos, dice.

Organizaciones filantrópicas de Carlos Slim: una muestra

Fundación Carlos Slim
Fundación privada que apoya proyectos en educación, salud, ambiente y otras áreas. En 2010, último año con información fiscal disponible, tenía alrededor de 2,700 millones de dólares, según las declaraciones fiscales al gobierno mexicano. Hoy dice tener 3,500 millones de dólares.
Donatarios principales: Fundación ALAS, dedicada a educación y dirigida por la estrella pop Shakira; Connect2Compete, organización no lucrativa de Estados Unidos dedicada a expandir el acceso a computadoras e internet; el World Wildlife Fund y un museo de arte y un instituto de salud creados por el señor Slim. La fundación también trabaja con la Fundación William J. Clinton en apoyo a pequeñas empresas de Colombia y Haití, entre otros proyectos.

Fundación Telmex
Esta fundación, financiada por la empresa de telecomunicaciones del señor Slim, desarrolla programas de educación, salud y deporte en América Latina. Declara tener 1.5 mil millones de dólares en activos.
Resultados: la fundación dice haber proveído, entre 1997 y 2010, computadoras y estipendios mensuales a 242,362 estudiantes universitarios, donado 266,864 bicicletas a alumnos que viven lejos de su escuela y subsidiado el costo de 711,242 cirugías, entre otros logros.
Proyectos principales: apoya al Instituto de Tecnología Telmex, dedicado a transmitir capacidades tecnológicas y expandir el acceso a internet de los mexicanos. En los dos últimos años ha ayudado a 3,500 escuelas a adquirir computadoras y servicio de internet con descuento, capacitado maestros de 850 escuelas en computación, establecido 13 centros de capacitación extra escolares e impartido programas avanzados de tecnología.
Instituto Carlos Slim de la Salud
Iniciado en 2007 con una donación de unos 280 millones de dólares de la Fundación Slim, este instituto se dedica a asegurar que la mayoría de la población de México y el extranjero tenga acceso a cuidado de la salud de calidad.
Gran parte de su trabajo se enfoca en usar tecnología para mejorar la salud. También apoya los esfuerzos por mejorar el sistema de trasplante de órganos en México.
Proyecto principal: el programa de 50 millones de dólares con la Fundación Bill y Melinda Gates para mejorar la salud de la población más pobre de América Latina.
Donatario principal: compromiso con el Broad Institute de aportar 65 millones de dólares para investigación de los factores genéticos que podrían incidir en cáncer y diabetes.

Fundación del Centro Histórico
Esta organización no lucrativa, cuyo presupuesto anual de unos 4 millones de dólares es pagado con el ingreso de un estacionamiento propiedad del señor Slim, se dedica a preservar el centro histórico de la ciudad de México. El señor Slim se ha enfocado a revitalizar las áreas abriendo ramas de sus propios negocios, como la cadena de menudeo Sanborns, y en proveer servicios de salud y asesoría para los residentes del barrio.
Museo SoumayaAbierto el año pasado, este museo de arte de la ciudad de México, que alberga la colección del señor Slim valuada en 100 millones de dólares y con obras de Auguste Rodin, Salvador Dalí y muchos otros artistas, para el público la entrada es gratuita.